A raíz de un informe de UK Music, que es la organización que representa y hace lobby a favor de la industria de la música en directo en el Reino Unido, he querido hoy hablar del turismo musical, es decir, aquel cuyo objetivo principal es asistir a algún concierto o festival, y del que debo reconocer ser bastante asiduo.
El informe, titulado “Wish You Were Here”, como el conocido tema de Pink Floyd, habla de 3,1 billones de libras, es decir, unos 4.000 millones de euros, gastados en turismo musical en el Reino Unido durante 2014, y son cifras que llevan creciendo año tras año. Esta cifra incluye tanto a británicos viajando por el país, lo que podríamos denominar turismo musical nacional, como a extranjeros viajando a las islas para presenciar música en vivo. Y de estos últimos aporta unas cifras impresionantes: 546.000 visitantes, a una media de 751 libras de gasto por persona. Y es que la industria de la música en vivo aporta más de 38.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el Reino Unido, país que hay que reconocer que cuenta con la más reconocida escena musical del directo en toda Europa, en casi cualquier género musical del que hablemos.
Sin dudas esos números se ven facilitados por los grandes festivales que tienen lugar en las islas durante todos el verano, y en los que los británicos fueron pioneros: desde los absolutamente míticos como Glastonbury o Reading, a algunos más nuevos que van naciendo y creciendo; y cómo no, a la gran cantidad de salas que programan música en directo a lo largo y ancho de su geografía, y no sólo en Londres. Curiosamente hace poco leía que YouTube, ¡cómo no, la tecnología!, estaba matando la música en directo. No hablaba tanto de asistencia a conciertos, sino a que hoy en día hay muchos artistas con un éxito descomunal sin haber tocado en directo en una sola ocasión. Yo soy de los que pienso que la música en directo goza de buena salud, y que la razón por la que a veces algunos conciertos no presentan un aforo adecuado es más bien por exceso de oferta, tanto de música como de grupos del estilo, que porque la gente no quiera ir a ver a grupos en directo y prefiera quedarse en casa viendo YouTube. De hecho pienso que la retransmisión de todos estos conciertos en streaming (el de ayer de Metallica, la noche anterior a la Superbowl, sin ir más lejos) lo que hacen es llevar todavía a más gente a los conciertos a disfrutar de esa misma experiencia.
Hoy en día debo reconocer que al menos en los estilos de música que acostumbro a escuchar, y que son fundamentalmente sobre los que escribo aquí, Alemania, Bélgica y Holanda le han ganado la partida a UK, tanto por cantidad y calidad de artistas, logística y facilidades, y también porque suele resultar bastante más económico que las islas. Pero hoy en día nunca sabes dónde te puedes encontrar el siguiente festival o concierto, y siempre recordaré las caras de mis amigos cuando comenté de montar un viaje a Rumanía porque eran las únicas fechas europeas de los genios Agalloch. Porque sí, hay muchas razones para salir de España a hacer turismo musical, y no necesariamente tiene que ser a un festival gigante en Inglaterra o Alemania. Puede ser un único concierto en un fin de semana que te permita visitar una ciudad y disfrutar de ese grupo que por las razones que sean no acaba nunca de tocar en España o en tu ciudad. Es más, tiene casi más sentido el turismo musical para gente que no viva en grandes ciudades, puesto que además de que allí es todavía más complicado ver música en directo, a veces por poco dinero más uno puede ir a una capital o ciudad europea, visitarla y verse el concierto favorito sin necesidad de acudir como siempre a Madrid o Barcelona. Y precisamente muchas ciudades españolas quizás no tienen demasiadas salas de conciertos, pero sí aeropuertos más o menos cercanos desde los que volar a Europa principalmente.
No es que dentro de España no hagamos turismo musical nacional, lo que pasa es que al menos por ahora no he encontrado ningún estudio económico sobre el mismo. En nuestro país los grandes festivales comenzaron a mediados de los 90 (aquel primer Festimad con Rage Against the Machine y Smashing Pumpkins, el famoso Dr Music en medio de los Pirineos), y me gustaría reconocer que somos de los más viajeros cuando se trata del turismo musical, rara vez he acudido a festivales o conciertos fuera de España y no me he encontrado ningún compatriota. Dentro de España quizás el caso de turismo musical más claro haya sido el FIB de Benicassim, que a través de los años ha ido perdiendo adeptos nacionales para ir ganando muchos más fans de fuera, particularmente británicos, atraídos por el proverbial sol, playa y alcohol al que en este caso se ha sumado la música a base de carteles espectaculares y que han situado a la localidad castellonense en el mapa de la música en directo. Creo que de todas formas es algo que España no ha conseguido explotar en toda su extensión, particularmente fuera de la época de verano, que por clima seríamos de los pocos países europeos en donde se podrían montar festivales al aire libre durante el invierno (obviamente en determinadas partes de nuestra geografía, no en todas).
Para los menos aventurados, una buena alternativa la encontramos dentro de nuestra misma península, puesto que Portugal tiene hoy en día una oferta musical excepcional dentro del tamaño del país, tanto de festivales como de conciertos en salas; y si a la cercanía el idioma, ya que casi todos los portugueses al menos chapurrean español, le añadimos los precios, tanto de la entrada como de los demás gastos aparejados (alojamiento, comida) nos encontramos con una buenísima opción y una gran excusa para visitar a nuestros vecinos portugueses.
Puedo sentirme afortunado de haber estado viajando casi 20 años ya a distintos festivales por toda Europa, que es casi el comienzo de casi cualquier turista musical; de ahí pasé a planes similares a los ya comentados, fines de semana más o menos largos viajando a destinos europeos para acontecimientos muy especiales, hasta llegar a incluso irme a Barcelona o Londres a mediodía y volver en el primer avión de la mañana siguiente y dormir en mi cama (como continuación a la cabezadita del avión). Y por supuesto cada vez que viajo, imprescindible intentar por lo menos hacerlo coincidir con algún acontecimiento musical relevante.
En cualquier caso y gracias a Internet hoy en día es fácil estar al tanto de toda la gira europea de cualquier artista (bien en su web o su Facebook o en sitios especializados como last.fm o Bandsintown), conseguir boletos de forma más o menos sencilla, y plantarse en cualquier ciudad europea y a disfrutar. Y si no tenemos tiempo o no somos capaces de cuadrarlo, siempre hay agencias que montan viajes organizados o incluso que te planifican cualquier viaje, incluyendo de turismo musical.