Crowdfunding aplicado a la industria musical

 

Hoy me apetece hablar del crowdfunding, ese concepto tan de moda que en pocas palabras consiste en que uno presenta un proyecto o iniciativa para el que necesita financiación y apela a que ahí fuera haya un número de personas suficientes que estén dispuestas a aportar ese dinero. Hablamos normalmente de nuevos productos, proyectos artísticos como libros, música o cine y documentales, o construcciones, viajes, operaciones médicas, etc… A cambio de esto, se puede conseguir acceso a versiones beta de productos o ediciones limitadas, recibir el resultado final antes que nadie, así hasta los casos de auténtico mecenazgo en que lo que se consigue es simplemente la inclusión en la lista de donantes. Pensemos que Wikipedia lleva tantos años funcionando de manera independiente en virtud de todos aquellos donantes que cada cierto tiempo le donan alguna cantidad de dinero.

Si bien el término es más o menos reciente y sobre todo se ha extendido gracias al alcance de Internet hoy en día, esto es algo que siempre ha existido, es decir, que para comenzar un negocio, proyecto o lo que sea, si el banco está cerrado como desgraciadamente ocurre a menudo hoy en día, o bien el caso de negocio no les convence, pues toca pedir la financiación por otros lados, y normalmente siempre ha sido a lo que en inglés se conoce como las 3Fs (friends, family & fools), es decir, amigos, familia e ingenuos.

Esto está íntimamente relacionado con la autoedición por parte de los músicos, y ya que he visto el muy recomendable documental «Auto», una de las cosas que muestra es el resultado final de la campaña de crowdfunding de Jero Romero, el ex-cantante de Sunday Drivers a través de la plataforma de referencia en España, Verkami.

Sin embargo, al ver el caso de Jero Romero y el de un par de grupos que me gustan, como son las leyendas del death metal de Florida, Obituary, a través de la posiblemente plataforma de crowdfunding más famosa, Kickstarter, y de los holandeses Stream Of Passion en Indiegogo he pensado lo siguiente:

– estos son casos de transición de un modelo de negocio a otros, es decir, de gente que ha estado trabajando, en el caso de Obituary durante mucho tiempo, bajo el paraguas de sellos discográficos más o menos fuertes, y que ahora intentan salirse del modelo de intermediación de los sellos (y seamos sinceros, porque tampoco tienen muy fácil que nadie invierta pasta en ellos) y ser ellos quienes tienen absoluto control de su obra. Eso está muy bien, pero insisto, es un modelo de transición de artista consagrado al cuál sus ya establecidos fans le pagan por adelantado lo que de otro modo le comprarían más tarde…
– y por otro lado el segundo modelo, el del artista novel, que sale ahí fuera a pedir pasta para un primer álbum, o primer documental o primer libro, y que lo tiene de todas formas realmente complicado, y que sigue descansando sobre el modelo de crowdfunding cercano, es decir, el de las 3Fs. Es verdad que hay grandes ideas que pueden conseguir financiación por sí solas, como documentales que sólo por el asunto a tratar ya levantan un enorme interés, grupos que con sólo subir una demos con una producción normalita atraen a mucha gente, etc… lo bueno de este modelo es que está muy basado en la llamada «larga cola», de mucha aplicación a las artes y la cultura, y que viene a significar que aunque lo que tú hagas sea un arte de nicho, es decir para unos pocos, esos pocos a nivel mundial son suficientes para sustentar modelos de negocio, o en este caso, para financiar tu obra.

Este modelo sólo me plantea una cuestión, que es: si el artista pasa a depender de la financiación de sus fans, ¿van a poder, sobre todo algunos de ellos, seguir diciendo aquello de «yo hago la música que quiero y si luego a alguien le gusta, fenomenal»?. Porque a ver qué pasa cuando con el dinero de los fans los grupos se dediquen a cambios estilísticos importantes, o se decidan a experimentar demasiado que haga que incluso los fans que hayan pagado por ello se arrepientan y no estén ahí cuando haya que adelantar para la siguiente obra.

Y por último, ¿cuál va a ser el papel de las discográficas, si es que seguirán existiendo, en todo esto?. ¿Apostarán por artistas consagrados, que ya garantizan ciertos resultados y donde ya se sabe que hay cierto pastel a repartir?, ¿o bien optan por artistas nuevos, que son los que más complicado tienen el acceso a esa financiación externa inicialmente?. Porque claro, para una discográfica, invertir mucho dinero durante años para que luego cuando el artista cuando tenga entidad propia se marcha y diga «ahora que soy famoso y tengo mi gran base de fans no te necesito, que ya me van a pagar ellos por adelantado y te quito de en medio»… en fin, lo iremos viendo, el panorama es realmente interesante y el que acierte con las teclas puede tener una gran recompensa detrás…

Os dejo con una muy interesante charla TED sobre crowdfunding:

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Javier Roa ha escrito 137 entradas en este blog.

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