La falta de nuevas entradas en el blog de los últimos días se debe a que me encontraba en Viveiro asistiendo al Resurrection Fest y pese a que hice propósito de seguir publicando una entrada diaria fue absolutamente imposible, a ver si me pongo las pilas para próximos festivales.
Estuve en el Resu una vez, en la edición de 2010, y ya quedé gratamente sorprendido, pero es que esta vez el festival no tiene nada que envidiar a los mejores festivales europeos. ¿Qué cosas ha hecho bien el Resu? Pues en primer lugar, y para mí la clave, crecer orgánicamente. Los orígenes del festival, normal tratándose en un principio de hardcore y punk, fueron absolutamente DYI (do it yourself), es decir, unos amigos que se juntaron y decidieron traer a los maestros del hardcore neoyorquino Sick Of It All a Galicia. Eso fue en 2006, echamos la vista adelante 7 años y vemos a unos Slayer y a unos Bad Religion en un escenario principal gigantesco en Viveiro, habiendo crecido más y más cada año, consiguiendo que la gente repita, independientemente del cartel. Porque eso es lo que ha conseguido el Resu, que la gente vaya por la experiencia global, por lo extraordinario del lugar, por la sintonía entre los habitantes del pueblo y los visitantes, y por supuesto porque también aciertan con los carteles. En definitiva, en sólo 7 años, el Resu tiene marca propia.
El Resurrection supone una buena inyección económica para esta zona, y lo ha demostrado sobradamente, de ahí que los lugareños vean con buenos ojos a todas las hordas de visitantes envueltos en tatuajes, llenos de piercings, con camisetas de docenas de grupos a cada cuál más underground o camisetas de basket de la NBA, gente que viene a pasarlo bien, a gastar su dinero y en ningún caso a ocasionar problemas.
La buena salud del festival también se ve en los patrocinadores con los que ha contado este año: desde la local Estrella Galicia (muy chulos los vasos como recuerdo, como debe ser), a una Jägermeister, cuyo ciervo se va conviertiendo en un clásico entre los festivaleros, a un Monster Energy que siendo ya un fijo en el Hellfest francés ahora está también ha desembarcado aquí, y por otros patrocinadores que llevan más ediciones como Vans y Arnette que forman parte indiscutible de la cultura hardcore y punk, sobre todo a través del skateboarding o el surf. Todas ellas han tenido un buen despliegue y desde mi punto de vista han conseguido un branding muy bueno entre una comunidad muy susceptible de consumir sus productos. Además de esto, por supuesto, el apoyo de las instituciones locales, con un alcalde volcado en el festival y que incluso salió a saludar en el concierto de Madball, sin duda el grupo más querido por Viveiro.
Más cosas positivas del Resurrection: los conciertos en directo vía web en streaming. Resultaba espectacular ver cómo en Twitter había gente en Latinoamérica comentando canción por canción el concierto de Trivium, esta es la magia que te permite convertir un evento en global y que tu marca sea conocida aunque sea gente que probablemente nunca vaya a acudir al festival (¿o sí?). Este año, a los ya tradicionales visitantes portugueses y franceses se les han seguido uniendo de otras partes de Europa, además que cada vez el festival consigue movilizar gente de toda España, porque ojo, ir desde Andalucía al Resu tiene más mérito que cogerse un avión desde Londres o Frankfurt.
Y como ya hablaba hace algunas entradas sobre el Hellfest, y vuelvo a él porque puedo ver muchas cosas que el Resurrection está copiando (bien copiado, o como se dice en inglés, copy with pride, copiando con orgullo) del festival galo, la parte web y de social media no tiene nada que envidiar a ningún festival europeo, este año habiendo incluido ya una app y todo. Y por supuesto estos tuits, fotos, comentarios son fans de hoy creando fans para el mañana, y por eso la importancia del reconocimiento como marca propia que comentaba al principio.
Por último, el Resu es capaz de tener lo que no tienen otros festivales patrios: que no tardes una eternidad en pedir la bebida o la comida, tener un mercadillo potente que crece cada año, como debe ser, y en el que en un festival musical uno puede comprar… ¡¡¡música!!!, varias zonas de acampadas de las que los asistentes hablan muy bien, césped en la zona de los conciertos hasta el último día, baños sin aglomeraciones salvajes, etc etc etc… otro día compararé estas cosas con otros muchos festivales nacionales a los que he tenido el gusto de asistir. Y ojo, todo esto con las entradas a un precio de lo más razonable.